No arroje cabarde el limpio acero
mientras oiga el clarín de la pelea,
soldado que su honor conserve entero,
ni del piloto el ánimo flaquea
porque rayos alumbren su camino
y el golfo unmenso alborotarse ves.
¡Siempre luchar!.... del hombre es el destino,
y al que impávido lucha, con fe ardiente,
le da la gloria su laurel divino.
Aquel solo el varon dichoso y fuerte
Será que viva en paz con su conciencia
hasta el sueño apacible de la muerte.
¿Qué sirve el esplendor, qué la opulencia.
La oscuridad, ni holgada medianía,
si a sufrir el delito nos sentencia?
Choza del campamento, humilde y fría,
alcázar de los reyes, corpulento,
cuya altitud al monte desafía.
Bien sé yo que, invisible como el viento,
huésped que el alma hiela, se ha sentado
de vuestro hogar al pie el remordimiento.
Jean Carlos Tocto Coronado
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